Cuando nacemos, nos alimentan con leche de los dioses, después un paraíso de compotas, y luego te regalan Mandocas al lander y en las orillas del lago leche de coco…
La cocina por su propia naturaleza es mestiza, ya sea en la síntesis lograda en un plato, pues salvo la fruta raro es el alimento que se come absolutamente solo, sin algún aliño, aderezo o guarnición, a no ser que apremie la necesidad. Y mestiza por el largo proceso de experimentación e intercambio a que ha sido sometida, desde que el hombre la fundó al utilizar el fuego y desarrollar técnicas cada vez más complejas para trasformar sus alimentos. Seguramente, lo que se inició por un azar el contacto del alimento con el fuego, instauró una etapa de creación, selección y combinación que continúa hasta hoy. Mestiza es también como resultado del trato, amistoso o bélico, de unos pueblos con otros, que se han prestado y en ocasiones, saqueado insumos, sabores y procedimientos que poco a poco, debido al uso, pasan a formar parte de las cocinas nacionales. La cocina Maracaibera no es un caso de excepción; por el contrario, su riqueza es consecuencia del encuentro de varios pueblos que, entre sus oposiciones, contaban con gustos y costumbres culinarias muy distintos, así como con diversos productos naturales absolutamente desconocidos para unos y otros en sus respectivas tierras de origen. Investigaciones arqueológicas confirman la presencia aborigen en suelos maracaiberos quince mil años antes de Cristo. Revelaciones arqueológicas de Cruxent y Rouse, dejan ver fósiles de objetos cerámicos, artefactos de origen pétreo, manufacturas de conchas, urnas funerarias y ornamentaciones de metal, demostrativas de la presencia milenaria de los ancestros aborígenes maracaiberos.
Para el momento del contacto europeo había una gran heterogeneidad de etnias indígenas en el territorio venezolano. Fueron las sociedades que los conquistadores europeos encontraron al momento de su llegada a Venezuela, las cuales podían variar desde grupos tribales igualitarios, sociedades nómadas, hasta cacicazgos evolucionados.
En el territorio del actual estado Zulia estaban presentes y bien diferenciadas dos etnias vertientes de los arhuacos; la etnia añú; y la etnia wayúu, diferenciadas por su modalidad de subsistencia. Los wayúu se dedicaban al comercio, la siembra y el pastoreo, mientras que los añú se extendieron por toda la rivera del lago de Maracaibo, diferenciándose lingüísticamente y nombrados con una palabra que para algunos investigadores significa gente, y, para otros, hombres de agua. La referencia escrita más antigua de este pueblo data de los relatos de los cronistas según los cuales, estaban asentados en la costa occidental del lago de Maracaibo.
Allí se establecieron, constituyendo sus hogares, en la red de palafitos que les proveyó de puerto seguro y vivienda, así nació lo que hoy es Santa Rosa de Agua, al norte de la ciudad de Maracaibo, en el Estado Zulia.
“¿Qué comerán los hombres y las mujeres? Que descienda el casabe, nuestro sustento. Después a nuestros labios llegó el plátano, para que nos hiciéramos fuertes. El casabe, el obscuro, el ahumado, los frijoles, la chicha, los peces, nuestro sustento, fueron elaborados para nosotros.” Fuente: http://kuainabaida.blogspot.com/ Antonio Madrid.
La cocina por su propia naturaleza es mestiza, ya sea en la síntesis lograda en un plato, pues salvo la fruta raro es el alimento que se come absolutamente solo, sin algún aliño, aderezo o guarnición, a no ser que apremie la necesidad. Y mestiza por el largo proceso de experimentación e intercambio a que ha sido sometida, desde que el hombre la fundó al utilizar el fuego y desarrollar técnicas cada vez más complejas para trasformar sus alimentos. Seguramente, lo que se inició por un azar el contacto del alimento con el fuego, instauró una etapa de creación, selección y combinación que continúa hasta hoy. Mestiza es también como resultado del trato, amistoso o bélico, de unos pueblos con otros, que se han prestado y en ocasiones, saqueado insumos, sabores y procedimientos que poco a poco, debido al uso, pasan a formar parte de las cocinas nacionales. La cocina Maracaibera no es un caso de excepción; por el contrario, su riqueza es consecuencia del encuentro de varios pueblos que, entre sus oposiciones, contaban con gustos y costumbres culinarias muy distintos, así como con diversos productos naturales absolutamente desconocidos para unos y otros en sus respectivas tierras de origen. Investigaciones arqueológicas confirman la presencia aborigen en suelos maracaiberos quince mil años antes de Cristo. Revelaciones arqueológicas de Cruxent y Rouse, dejan ver fósiles de objetos cerámicos, artefactos de origen pétreo, manufacturas de conchas, urnas funerarias y ornamentaciones de metal, demostrativas de la presencia milenaria de los ancestros aborígenes maracaiberos.
Para el momento del contacto europeo había una gran heterogeneidad de etnias indígenas en el territorio venezolano. Fueron las sociedades que los conquistadores europeos encontraron al momento de su llegada a Venezuela, las cuales podían variar desde grupos tribales igualitarios, sociedades nómadas, hasta cacicazgos evolucionados.
En el territorio del actual estado Zulia estaban presentes y bien diferenciadas dos etnias vertientes de los arhuacos; la etnia añú; y la etnia wayúu, diferenciadas por su modalidad de subsistencia. Los wayúu se dedicaban al comercio, la siembra y el pastoreo, mientras que los añú se extendieron por toda la rivera del lago de Maracaibo, diferenciándose lingüísticamente y nombrados con una palabra que para algunos investigadores significa gente, y, para otros, hombres de agua. La referencia escrita más antigua de este pueblo data de los relatos de los cronistas según los cuales, estaban asentados en la costa occidental del lago de Maracaibo.
Allí se establecieron, constituyendo sus hogares, en la red de palafitos que les proveyó de puerto seguro y vivienda, así nació lo que hoy es Santa Rosa de Agua, al norte de la ciudad de Maracaibo, en el Estado Zulia.
“¿Qué comerán los hombres y las mujeres? Que descienda el casabe, nuestro sustento. Después a nuestros labios llegó el plátano, para que nos hiciéramos fuertes. El casabe, el obscuro, el ahumado, los frijoles, la chicha, los peces, nuestro sustento, fueron elaborados para nosotros.” Fuente: http://kuainabaida.blogspot.com/ Antonio Madrid.
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